domingo, 17 de enero de 2010

Chris no recuerda nada


Rebecca West es la heroína de una espeluznante y oscura obra de Henrik Ibsen, Rosmersholm, y uno de los personajes más demoníacos de la literatura dramática. Cicely Isabel Fairfield (1892-1983) eligió este nombre como seudónimo para su carrera literaria porque en su época de actriz había tenido la oportunidad de interpretar ese papel. Prácticamente desconocida en España, la editorial Herce publica una de sus novelas más célebres, El regreso del soldado; en la actualidad es la única obra que se encuentra disponible en castellano (su obra más importante, Cordero negro, halcón gris: un viaje al interior de Yugoslavia, queda para que algún audaz editor la publique de nuevo). Rebecca West se inició en la literatura con una biografía de Henry James cuando ya era una famosa periodista, conocida por sus ideas izquierdistas y su defensa del sufragismo, que escribía para varias publicaciones (The New Yorker, The New York Herald Tribune, The Bookman). Mantuvo un romance durante diez años con el escritor H. G. Wells, con el que tuvo un hijo. Por su contribución a las letras británicas, fue nombrada en 1959 Dame Commander of the Order of the British Empire.
El regreso del soldado (1918) es una soberbia novela corta. El soldado Chris Baldry combate en el frente, durante la Primera Guerra Mundial. En casa anhelan su regreso su joven y hermosa mujer, Kitty, y su prima, Jenny (la voz narrativa de la obra), enamorada secretamente de él. Una tercera mujer, Margaret, vulgar y de baja clase social, irrumpe en el escenario exquisito y adinerado de estas damas. Trae un telegrama que le ha enviado Chris en el que le comunica que está herido. La sorpresa de ambas mujeres, desconocedoras de esta noticia, es mayúscula. La amnesia que ha sufrido Chris ha provocado que el joven se haya olvidado de su mujer y de su prima, y sólo recuerde a Margaret, su primer amor de juventud. El soldado regresa del frente. El drama no ha hecho más que empezar.

Encontré un arroyo que discurría entre los prados y lo seguí hasta que se convirtió en un hermoso embalse, brillante por el musgo verde y dorado, en pleno bosque. Pero la visión de aquellas cosas no me deparó placer alguno, puesto que las veía en soledad. Quise poner fin a mi desesperación tirándome desde un alto, así que trepé hasta un montículo y me abalancé de bruces sobre un lecho de hojas muertas.

West, Rebecca, El regreso del soldado [The Return of the Soldier], Herce, Madrid, 2008. Traducción de Laura Vidal. Rústica, 144 páginas.