martes, 27 de abril de 2010

Blogs que valen la pena


La escritora y traductora Pilar Adón (Premio Ojo Crítico de Narrativa 2005 por Viajes inocentes) ha tenido a bien, desde su blog Leo en el océano (http://www.leoeneloceano.blogspot.com/), conceder el Premio Vale la Pena a La amena biblioteca de Redfield Hall. La bibliotecaria ha aceptado encantada el galardón y agradece con cariño a Pilar la deferencia de habérselo otorgado. De acuerdo con las normas de este premio, los agraciados deben escoger diez páginas web o blogs para, a su vez, concederles dicha distinción. La bibliotecaria de Redfield Hall ha elegido los siguientes sitios:

Paseos con Lisa
Sobre el Retiro y cómo convertirlo en un jardín particular

Calidoscopio
Panfleto cultural

El viaje de las pléyades

El Impostor
Revista cultural online sobre música, libros y cine

El ojo fisgón
Análisis de las tendencias del mercado editorial

Care Santos
La web de Care Santos

La Fraternidad de Babel
Un enclave tutelado por César Mallorquí

Las vacaciones de Holden
Como Holden Caulfield por Manhattan...

Encuentros de lecturas
Reseñar libros malos no es sólo una pérdida de tiempo...

Lecturalia
Red social de literatura

La bibliotecaria de Redfield Hall agradece de nuevo a Pilar Adón la concesión del premio y aprovecha la ocasión para recordar a los lectores la inminente publicación de su nuevo libro de relatos: El mes más cruel (http://www.impedimenta.es/ficha.php?id=52).

jueves, 22 de abril de 2010



Día del Libro
23 de abril

Escribir algunas veces significa fabricar obras y dejarlas escritas e impresas, de diferentes facultades; y hanse dado tantos a escribir que ya no hay donde quepan los libros, ni dineros para comprarlos, ni hay cabeza que pueda comprehender ni aun los títulos dellos.

Sebastián de Covarrubias Orozco, Tesoro de la lengua castellana o española, 1611.

domingo, 18 de abril de 2010

'Emma Woodhouse, handsome, clever, and rich...'


Como señalábamos a finales de noviembre de 2009, con ocasión de la reseña de Orgullo y prejuicio, de Jane Austen (1775-1817), a la editorial Alba sólo le quedaba la publicación de las aventuras de la señorita Woodhouse para completar la edición de las obras maestras de esta escritora. Por fin llega a las librerías la tan ansiada edición de Emma, empeño particular de Luis Magrinyà, director de la colección Maior de esta editorial, al que siempre se le agradecerá el esfuerzo por poner al día excelentes lecturas y su exquisito gusto a la hora de editarlas.
La cubierta, originalísima e innovadora, anticipa una de las características personales de la señorita Woodhouse. Se trata de una ilustración de la reina de corazones de una baraja diseñada por Matthias Backofen en el siglo XVIII que se encuentra en el sorprendente y abigarrado Victoria & Albert Museum, en Londres.
Emma se publicó por vez primera en 1816 (John Murray, Londres). Como era preceptivo en la época, salió a la luz en tres volúmenes. De su autoría sólo se indicaba que este libro era "by the author of Pride and Prejudice". El texto de Alba se ciñe a esta primera edición, mientras que las deliciosas ilustraciones de Hugh Thomson (1860-1920) están tomadas de la versión clásica que realizó Macmillan en Londres en 1896 .
Antes de comenzar a escribir esta novela, Jane Austen señaló: "I am going to take a heroine whom no-one but myself will much like". La joven, "inteligente, bella y rica", no aspira al matrimonio y está dedicada a "poner orden" en la pequeña comunidad de Highbury, en la que nadie dice jamás lo que piensa o, si lo dicen, no lo saben interpretar. Emma es una exquisita comedia llena de equívocos, intrigas, errores y malentendidos en la que al final resplandecen la sensatez y la sinceridad. Fue sir Walter Scott quien impulsó la trayectoria literaria de la señorita Austen gracias a su favorable reseña de Emma, en la que celebraba también el talento de la joven escritora para describir las "relaciones afectivas y los personajes de la vida cotidiana".

Inteligente, bella y rica, con un hogar cómodo y una predisposición a la felicidad, Emma Woodhouse parecía reunir algunos de los bienes más preciosos de la existencia; y, en realidad, había pasado casi veinte años en este mundo sin conocer grandes trastornos ni padecimientos. Era la menor de las dos hijas de un padre afectuoso e indulgente, y desde muy pequeña, a raíz del matrimonio de su hermana, reinaba en la casa como ama y señora absoluta.

Austen, Jane, Emma [Emma], Alba, Barcelona, 2010. Ilustraciones de Hugh Thomson. Traducción de Sergio Pitol. Cartoné con sobrecubierta, 560 páginas.

domingo, 11 de abril de 2010

La polilla y la herrumbre: Janet en Easthope


Sin campiña y sin aristocracia no existiría una buena parte de la mejor y más deliciosa literatura inglesa. La polilla y la herrumbre, escrita por Mary Cholmondeley en 1912, no es una excepción. Esta exquisita novela entronca directamente con la mejor tradición de la narrativa británica, sobre todo, con Jane Austen. El amor, el matrimonio y el dinero son los ejes fundamentales de su cuidada trama. En unas circunstancias un tanto desesperadas, una hermosa e ingenua joven, Janet, por ayudar a una buena amiga, se ve envuelta en un laberinto de equívocos y maledicencias que pondrán a prueba su carácter moral. Sólo contará con la ayuda de una mujer, la sofisticada y aristocrática Anne, para enfrentarse a la enojosa situación. Alrededor de las dos damas se teje una urdimbre de relaciones sociales rebosantes de codicia, ambición y rencores, aunque ellas permanecen fieles a los límites que no deben traspasar: los de la decencia y la verdad.
El maravilloso título de la obra hace referencia a una cita bíblica: "No acumuléis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban" (Mateo 6: 19-21). Así comienza precisamente la novela, inédita hasta ahora en castellano y publicada por la editorial Periférica en sus inconfundibles volúmenes de tapas amarillas.
Mary Cholmondeley nació en 1859 en Hodnet (Shropshire, Inglaterra), donde su padre ejercía de vicario. Sus primeros treinta años de vida los dedicó a cuidar de su madre enferma. Solía contar historias a sus hermanos y comenzó a escribir para evadirse y encontrar estímulos intelectuales en una vida que consideraba anodina. En su diario escribió que seguramente permanecería soltera toda la vida (como así fue), pues pensaba que carecía del atractivo suficiente para encontrar un buen marido. Al cabo de los años terminó viviendo en Londres, donde, a pesar de su tímido carácter, conoció a varias figuras literarias de la época, con las que entabló amistad, como Henry James. Fue una de las voces más representativas del movimiento denominado New Woman, de gran influencia en la narrativa inglesa de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

La madre de Janet había muerto cuando ésta empezaba a dar sus primeros pasos. En la historia natural de las heroínas puede apreciarse que sus madres mueren casi invariablemente cuando las heroínas a las que dieron a luz están empezando a andar. ¿Acaso Di Vernon, Evelina, Jane Eyre, Diana de Crossways o Aurora Leigh tuvieron madre? Nuestra querida Elizabeth Bennet tuvo una madre a la que, sin duda, no olvidaremos con facilidad; pero Elizabeth es una excepción. Ella únicamente confirma la existencia de la regla para la mayoría de heroínas.

Cholmondeley, Mary, La polilla y la herrumbre [Moth and Rust], Periférica, Cáceres, 2008. Traducción de Ricardo García Pérez. 208 páginas, rústica.

domingo, 4 de abril de 2010

London calling, again


Henry James nació en Nueva York en 1843. Su padre era un reconocido intelectual y desde muy pronto el joven James viajó por Europa y conoció a los clásicos del Viejo Continente. Durante la mayor parte de su vida mantuvo su residencia en Inglaterra e incluso finalmente adquirió la ciudadanía británica. Llegó a Londres desde París, vía Liverpool, en el invierno de 1876, y pronto se mudó a un apartamento cercano a Piccadilly Circus, en el número 3 de Bolton Street, con vistas a Green Park. Inglaterra, y Londres en particular ("el lugar preciso del mundo que con más fuerza comunica la sensación de estar vivo"), le atraparon, y aunque siguió viajando por el continente, siempre mantuvo su casa en la isla (primero en la capital y después en Rye, Sussex), donde falleció en 1916.
Londres recoge los textos que Henry James dedicó a la capital británica. Su naturaleza observadora le permitió retratar la gran ciudad con miles de matices y describir fielmente todo tipo de detalles: desde el verdor de los parques, los efectos del hollín en el paisaje, las callejuelas repletas de maleantes hasta el esplendor de la arquitectura o el murmullo constante del tráfico de los coches de punto. Para el señor James, Londres era "el epítome del ancho mundo".
Han transcurrido más de cien años desde que Henry James elaboró estos escritos londinenses y, aun así, reflejan el pálpito de la ciudad con la misma vigencia que en la actualidad. Al visitante le embriaga la emoción, como al escritor, cuando camina por el Strand ("recuerdo que ése fue el arranque de mi apasionamiento"), por el Temple ("con la conciencia teñida de romanticismo"), por Piccadilly, por Trafalgar Square, por Charing Cross, por Kensington, Mayfair o Belgravia, o por Westminster ("grandes torres, grandes nombres, grandes recuerdos; al pie de la abadía, del Parlamento").

Hace falta Londres para que uno tenga el ánimo de hacer una caminata puramente rústica desde Notting Hill hasta Whitehall. Es posible atravesar esa distancia inmensa, una diagonal casi completa de la ciudad, pisando solamente un césped suave y mullido, entre el trino de las aves, el balar de las ovejas, el ondularse de los estanques, el susurro de los árboles admirables. Con frecuencia he deseado, con el fin de disfrutar de un lujo diario como ése, de un ejercicio con tintes románticos, ser un funcionario a cargo del gobierno y vivir con toda comodidad doméstica en una casa de Pembridge, un suponer, teniendo que incorporarme a mi despacho en Westminster. Enfilaría Kensington Gardens por la linde noroeste...

James, Henry, Londres, Alhena Media, Barcelona, 2007. Prólogo de Íñigo García Ureta. Traducción de Miguel Martínez-Lage. 208 páginas, rústica.