sábado, 4 de enero de 2014

#Regalalibros


Estamos en época de regalos y ¿qué mejor regalo que un libro? Y como estamos en época de elaborar listas, aquí está mi pequeña contribución: la (heterodoxa) lista de libros que yo regalaría.

Stoner, de John Williams (Baile del Sol): brillante, cautivadora, sutil.
Señorita Mapp, de E. F. Benson (Impedimenta): deliciosamente british, divertidísima. En realidad, regalaría prácticamente todo el catálogo de Impedimenta, en especial sus novelas inglesas. Otra exquisitez para apuntar es Enterrado en vida, de Arnold Bennett.
Harriet, de Elizabeth Jenkins (Alba): el perfecto retrato de la maldad humana. Como me ocurre con Impedimenta, regalaría también una buena parte de su catálogo. De sus novedades de 2013, envolvería con el mejor papel de regalo los siguientes libros: En el piso de abajo, de Margaret Powell; El matrimonio de la señorita Buncle, de D. E. Stevenson; Y las cucharillas eran de Woolworths, de Barbara Comyns. De su colección de clásicos, la monumental Los hermanos Karamazov, de Dostoievski (con nueva traducción).
Diario de una dama de provincias, de E. M. Delafield (Libros del Asteroide): la clase alta británica en acción. De la misma editorial: Un paraíso inalcanzable, de John Mortimer, la clase alta británica en acción.
Novelas, de Stefan Zweig (Acantilado). 1.560 páginas imprescindibles.
Luz en la arena, de Roger Wolfe (zut ediciones): autobiografía de la infancia del autor. Un niño inglés y la luminosa luz del Mediterráneo.
Informe de interior, de Paul Auster (Anagrama): texto autobiográfico de la niñez y la juventud. Del mismo autor y en la misma editorial: Diario de invierno.
Para un ruiseñor, de Maria von Rysselberghe (errata naturae): una historia de amor conmovedora. De obligada lectura, su primera parte: Hace cuarenta años.
Perdida, de Gilliam Flynn (Mondadori): thriller psicológico realmente trepidante.
42, Charing Cross Road, de Helene Hanff. Un clásico que Anagrama acaba de reeditar en una preciosa edición limitada.
El arte de leer, de W. H. Auden (Lumen): magníficos ensayos literarios. También de Lumen, Historia de las tierras y lugares legendarios, de Umberto Eco: erudito, brillante y con una esmeradísima edición.
De cine. Aventuras y extravíos, de Eugenio Trías (Galaxia Gutenberg): la obra póstuma del filósofo barcelonés, un magnífico y particular homenaje al mundo del cine.
Ajuste de cuentos, de Mario Muchnik (Península), Llamémosla Random House, de Bennett Cerf (Trama) y A dos tintas, de Josep Mengual (Debate): aventuras del mundo editorial.
El arte de la cocina francesa, de Julia Child (Debate): por fin se ha traducido al español este clásico de la cocina. Recomiendo especialmente su boeuf bourguignon.
Yo fui a EGB, de Jorge Díaz y Javier Ikaz (Plaza & Janés): maravillosa nostalgia setentera.
Atlas de islas remotas (cincuenta islas en las que nunca estuve y a las que nunca iré), de Judith Schalansky (Capitán Swing y Nórdica): divertido, aventurero y poético.

No se olviden de regalar poesía. ¿Que tienen amigos que nunca leen poesía? El mejor libro para ellos es: Poesía para los que leen prosa, de Miguel Munárriz (Visor), una estupenda guía práctica sobre la poesía. Si, por el contrario, tienen amigos que sí leen poesía, mis valores seguros son Pedro Casariego Córdoba, Karmelo Iribarren, Roger Wolfe, Luis Alberto de Cuenca y Juan Carlos Mestre (cualquiera de sus poemarios). No se falla nunca con Ángel González y Claudio Rodríguez. Ni tampoco con Keats o Emily Dickinson.

Este año 2013, amigos muy queridos han publicado libros. Los recomiendo, no porque sean amigos míos, sino porque sus libros merecen la pena. Vayan a las librerías y compren, y disfruten con la lectura de: El Pensionado de Neuwelke, de José C. Vales (Planeta); La vida en obras, de Alberto Marcos (Páginas de Espuma); La piel de Mica, de Paloma Bravo (Plaza & Janés); La Biblia bastarda, de Mario y Fernando Tascón (Planeta); La misma ciudad, de Luisgé Martín (Anagrama); y La vida a veces, de Carlos del Amor (Espasa).

Nota: feliz año 2014 para todos los lectores de esta biblioteca, que siguen fieles a su lectura a pesar de la ausencia de la bibliotecaria. Gracias.