domingo, 14 de marzo de 2010

Flora Poste: rebelión en la granja


Ya se ha comentado en esta crónica libresca el especial cuidado que dispensa la editorial Impedimenta a todos sus libros. Las sobrecubiertas y las cubiertas de sus trabajos siempre llaman la atención y, en cierto modo, son "marca de la casa". En La hija de Robert Poste se ha elegido una imagen realmente espectacular: una "parravirgen" (un detalle muy significativo en el desarrollo de la novela), tomada de una lámina botánica editada en 1839 en Eklingen, Alemania.
Stella Gibbons podría considerarse el paradigma de la mujer urbana, activa y vital de las primeras décadas del siglo XX en Europa (y eso acaba notándose en el transcurso de la novela). Estudió periodismo y trabajó en varios medios de comunicación, entre ellos el Evening Standard. En 1930 publicó un libro de poemas que recibió el beneplácito de Virginia Woolf. Y en 1932 salió a la luz La hija de Robert Poste. El éxito fue inmediato, a pesar de que la obra fue prohibida en Irlanda, por su velada defensa de la contracepción. Al año siguiente de su publicación, la novela fue galardonada con el prestigioso Prix Femina-Vie Heureuse. Inexplicablemente, esta obra permanecía inédita en castellano (al igual que el resto de las obras de la señora Gibbons).
Flora Poste (en cierta manera, un trasunto de la propia autora) es una joven huérfana que por distintas circunstancias se verá obligada a vivir con unos parientes en una singular granja de Sussex: Cold Comfort Farm. Influida por la novelística decimonónica y, al tiempo, críticamente divertida con las tendencias psicologistas de la narrativa de principios de siglo, Flora se erige en la nueva Jane Austen y decide "arreglar y ordenar" el desbarajuste rural de los Starkadder. Obviamente, el contraste entre la inteligente urbanita y su asilvestrada familia constituye el núcleo hilarante de la narración. Si la joven Flora consigue o no solucionar los problemas de la granja, es algo que los lectores acabarán conociendo entre carcajadas al final de la novela.

—Si quieres que te diga la verdad —añadió Flora—, creo que tengo mucho en común con la señorita Jane Austen. A ella le gustaba que todo a su alrededor fuera pulcro y agradable y amable, y a mí me pasa lo mismo. Ya ves, Mary —y aquí Flora comenzó a hablar con seriedad y a negar con el dedo índice—, a menos que todo sea pulcro y agradable y amable, la gente no puede siquiera comenzar a disfrutar de la vida. No puedo soportar el desorden.

Gibbons, Stella, La hija de Robert Poste [Cold Comfort Farm], Impedimenta, Madrid, 2009. Traducción de José C. Vales. Rústica con sobrecubierta, 366 páginas.