
El maravilloso título de la obra hace referencia a una cita bíblica: "No acumuléis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban" (Mateo 6: 19-21). Así comienza precisamente la novela, inédita hasta ahora en castellano y publicada por la editorial Periférica en sus inconfundibles volúmenes de tapas amarillas.
Mary Cholmondeley nació en 1859 en Hodnet (Shropshire, Inglaterra), donde su padre ejercía de vicario. Sus primeros treinta años de vida los dedicó a cuidar de su madre enferma. Solía contar historias a sus hermanos y comenzó a escribir para evadirse y encontrar estímulos intelectuales en una vida que consideraba anodina. En su diario escribió que seguramente permanecería soltera toda la vida (como así fue), pues pensaba que carecía del atractivo suficiente para encontrar un buen marido. Al cabo de los años terminó viviendo en Londres, donde, a pesar de su tímido carácter, conoció a varias figuras literarias de la época, con las que entabló amistad, como Henry James. Fue una de las voces más representativas del movimiento denominado New Woman, de gran influencia en la narrativa inglesa de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
La madre de Janet había muerto cuando ésta empezaba a dar sus primeros pasos. En la historia natural de las heroínas puede apreciarse que sus madres mueren casi invariablemente cuando las heroínas a las que dieron a luz están empezando a andar. ¿Acaso Di Vernon, Evelina, Jane Eyre, Diana de Crossways o Aurora Leigh tuvieron madre? Nuestra querida Elizabeth Bennet tuvo una madre a la que, sin duda, no olvidaremos con facilidad; pero Elizabeth es una excepción. Ella únicamente confirma la existencia de la regla para la mayoría de heroínas.
Cholmondeley, Mary, La polilla y la herrumbre [Moth and Rust], Periférica, Cáceres, 2008. Traducción de Ricardo García Pérez. 208 páginas, rústica.