domingo, 11 de abril de 2010

La polilla y la herrumbre: Janet en Easthope


Sin campiña y sin aristocracia no existiría una buena parte de la mejor y más deliciosa literatura inglesa. La polilla y la herrumbre, escrita por Mary Cholmondeley en 1912, no es una excepción. Esta exquisita novela entronca directamente con la mejor tradición de la narrativa británica, sobre todo, con Jane Austen. El amor, el matrimonio y el dinero son los ejes fundamentales de su cuidada trama. En unas circunstancias un tanto desesperadas, una hermosa e ingenua joven, Janet, por ayudar a una buena amiga, se ve envuelta en un laberinto de equívocos y maledicencias que pondrán a prueba su carácter moral. Sólo contará con la ayuda de una mujer, la sofisticada y aristocrática Anne, para enfrentarse a la enojosa situación. Alrededor de las dos damas se teje una urdimbre de relaciones sociales rebosantes de codicia, ambición y rencores, aunque ellas permanecen fieles a los límites que no deben traspasar: los de la decencia y la verdad.
El maravilloso título de la obra hace referencia a una cita bíblica: "No acumuléis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban" (Mateo 6: 19-21). Así comienza precisamente la novela, inédita hasta ahora en castellano y publicada por la editorial Periférica en sus inconfundibles volúmenes de tapas amarillas.
Mary Cholmondeley nació en 1859 en Hodnet (Shropshire, Inglaterra), donde su padre ejercía de vicario. Sus primeros treinta años de vida los dedicó a cuidar de su madre enferma. Solía contar historias a sus hermanos y comenzó a escribir para evadirse y encontrar estímulos intelectuales en una vida que consideraba anodina. En su diario escribió que seguramente permanecería soltera toda la vida (como así fue), pues pensaba que carecía del atractivo suficiente para encontrar un buen marido. Al cabo de los años terminó viviendo en Londres, donde, a pesar de su tímido carácter, conoció a varias figuras literarias de la época, con las que entabló amistad, como Henry James. Fue una de las voces más representativas del movimiento denominado New Woman, de gran influencia en la narrativa inglesa de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

La madre de Janet había muerto cuando ésta empezaba a dar sus primeros pasos. En la historia natural de las heroínas puede apreciarse que sus madres mueren casi invariablemente cuando las heroínas a las que dieron a luz están empezando a andar. ¿Acaso Di Vernon, Evelina, Jane Eyre, Diana de Crossways o Aurora Leigh tuvieron madre? Nuestra querida Elizabeth Bennet tuvo una madre a la que, sin duda, no olvidaremos con facilidad; pero Elizabeth es una excepción. Ella únicamente confirma la existencia de la regla para la mayoría de heroínas.

Cholmondeley, Mary, La polilla y la herrumbre [Moth and Rust], Periférica, Cáceres, 2008. Traducción de Ricardo García Pérez. 208 páginas, rústica.