domingo, 6 de noviembre de 2011

Reina Lucía: la monarquía del té, el cotilleo y la cultura de segunda mano


En el apacible pueblo de Riseholme, en plena campiña inglesa, gobierna como reina indiscutible y con benévola majestad Emmeline Lucas, Lucía para sus amigos. Emmeline (cuyo lema en la vida es «La gente laboriosa tiene tiempo para todo») hace y deshace, critica y alaba, organiza, dispone, prepara, celebra, etcétera, etcétera, con la ayuda de su leal marido, Philip (con el que habla un fluido italiano en la intimidad), y de su fiel vasallo, Georgie Pillson, un petimetre aficionado al petit point, a la acuarela y al cotilleo. La vida transcurre agradablemente (deliciosos tés, veladas en el jardín, fiestas en honor de Shakespeare, cuadros dramáticos improvisados, conversaciones en la plaza del pueblo...) hasta que Daisy Quantock, rival de Lucía y firme seguidora hasta ese momento del Cristianismo Científico, revoluciona Riseholme con la llegada de su gurú, un nativo de la India que desata en el pueblo la fiebre del yoga. El reino de Lucía empieza a tambalearse y acaba por convertirse en un desastre cuando aparece en escena Olga Bracely, una cantante de ópera que incluso amenaza la peculiar relación de vasallaje entre Emmeline y Georgie. La inefable Lucía ve peligrar su trono, una circunstancia de todo punto inadmisible, y se entrega a la tarea de restaurar en Riseholme su omnipotente influencia con todas las armas que tiene a mano, aunque ello suponga llevarse por delante a todo aquel que ose discutir su supremacía.
Reina Lucía, publicada en 1920, es una deliciosa sátira sobre la pretenciosa burguesía rural británica. Es el reflejo divertido, entre el característico humor cruel y una amable burla, de la vida esnob y pretendidamente culta de la sociedad inglesa de principios del siglo XX. Su autor, Edward Frederic Benson (cuya inusual biografía bien podría servir para escribir una novela), era un discreto escritor de relatos de terror que alcanzó éxito y fama precisamente con esta obra, que inaugura la serie de Mapp & Lucia, a la que siguieron otras seis novelas y dos relatos.
Los entusiastas de la literatura inglesa siempre estamos de enhorabuena con las publicaciones de la editorial Impedimenta. Aunque sería más justo ampliar el target (como dicen los expertos) y añadir a todos los entusiastas de la buena literatura: la elección de títulos, el esmero en las traducciones (en este caso, a cargo de José C. Vales), el cuidado en la edición, el buen gusto en las cubiertas (la de Reina Lucía es una fantástica descripción de la novela), el acertado merchandising, las placenteras y entretenidísimas presentaciones de sus libros (esperamos una nueva sesión de frenesí anglosajón) y sus trabajados book tráilers (a cargo de Cristina Martínez Delgado) reconcilian al lector con el mundo editorial.
Como dijo la maravillosa Nancy Mitford: «Pagaríamos todo lo que nos pidieran por los libros de Lucía».

De acuerdo con el burdo materialismo cartográfico, Riseholme podría tal vez incluirse en el reino de Gran Bretaña, pero, en un sentido más real y preciso, lo cierto es que formaba un reino íntegro en sí mismo, y su reina era indudablemente la señora Lucas, que lo gobernaba con una autocracia firme, satisfecha al contemplar cómo mientras tanto se derrocaban tronos y las coronas imperiales giraban en torbellinos como hojas secas zarandeadas por los vientos otoñales. La reina de Riseholme, más afortunada que el mismo zar de Rusia, no tenía necesidad ninguna de temer el furibundo veneno del bolchevismo, puesto que no había en toda la marmita, donde la cultura bullía tan placenteramente, ni una sola burbuja de fermento revolucionario. No había aquí ni pobreza ni descontento, ni una sola amenaza soterrada de sublevación. La señora Lucas, hacendosa y tranquila, trabajaba más que cualquiera de sus súbditos, y ejercía un control que era popular y dictatorial en la misma medida.

Benson, E. F., Reina Lucía [Queen Lucia], Impedimenta, Madrid, 2011. Traducción de José C. Vales. Rústica con sobrecubierta, 352 páginas.

2 comentarios:

  1. Querida Bibliotecaria. Como siempre, excelente la reseña. Encantadora, energética y llena de buenas vibraciones. Un placer que te ocupes de nuestros libros como lo haces.
    La colgaremos ahorita mismo en nuestro Facebook, como corresponde.
    Un abrazo de los editores de Impedimenta, y en su nombre de Enrique Redel.

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  2. La bibliotecaria de Redfield Hall12 de noviembre de 2011, 10:01

    Enrique, querido, excelentes, como siempre, vuestros preciosos libros.
    Abrazos bibliotecarios.

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