martes, 27 de julio de 2010

Tina desesperada, desquiciada y divertida


En la vida de Bettina Balser nada es lo que parece, al menos, aparentemente. Esta sofisticada ama de casa reside en un moderno apartamento en Manhattan, está casada con un brillante abogado, tiene dos hijas preciosas, una buena posición económica y una vida social apasionante. Cualquiera pensaría que cuenta con todo aquello que podría desearse en la vida. Sin embargo, Tina no es feliz. Cuando considera que está a punto de tocar fondo (y se muestra reacia a acudir al psiquiatra que la trató cuando era jovencita, tal y como le recomienda su marido), decide escribir un diario en el que reflejar sus pensamientos con el fin de intentar buscar las causas de su insatisfacción vital. El relato de su día a día (desde el 22 de septiembre al 2 de febrero) nos muestra a una Tina desesperada, desquiciada, divertida e inteligente que ya no sabe qué hacer para controlar su vida. Su neurosis, su angustia y sus frustraciones conforman este Diario de un ama de casa desquiciada, de Sue Kaufman (1926-1977), todo un clásico de la literatura norteamericana contemporánea. Publicada en 1967, se convirtió en una referencia ineludible de la nueva conciencia femenina que surgió a mediados del siglo XX en Estados Unidos. En España permanecía inédita. Libros del Asteroide, con su cuidado habitual, la presenta con una estupenda cubierta vintage de color rosa que destaca maravillosamente en la siempre abigarrada mesa de novedades de cualquier librería.

Pobre Jonathan. Piensa que estoy susceptible y despistada. Nerviosa e irritable. Lo que realmente pasa es que estoy paralizada. Lo que pasa es que estoy paranoica. Lo que pasa es que a veces me siento tan deprimida que ni siquiera puedo hablar, tan desesperada que me encierro en el lavabo y abro todos los grifos para que no se me oiga llorar. [...] Lo que pasa es que de repente siento miedo de casi todo lo imaginable. Haré una lista. Tengo miedo de: los ascensores, los metros, los puentes, los túneles, los sitios altos, los sitios subterráneos, los sitios cerrados, los barcos, los coches, los aviones, los trenes, las multitudes, los parques desiertos, los dentistas, las abejas, las arañas, las polillas peludas, las cucarachas, las pandillas de adolescentes, los atracadores, los violadores, los tiburones, los incendios, los maremotos, las enfermedades mortales (todas las conocidas). La lista continúa, pero soy incapaz de seguir.

Kaufman, Sue, Diario de un ama de casa desquiciada [Diary of a Mad Housewife], Libros del Asteroide, Barcelona, 2010. Traducción de Milena Busquets. Rústica, 336 páginas.

domingo, 18 de julio de 2010

Guinevere Pettigrew en la cumbre de toda fortuna


Aunque no se trata estrictamente de una novedad editorial, dado que El gran día de la señorita Pettigrew se publicó hace ya un par de años en la editorial Espasa, esta novela de Winifred Watson merece tener su lugar en la magnífica labor de rescate que algunas editoriales están llevando a cabo de novelistas inglesas, un auténtico filón literario. (El ejemplo más notorio y acertado es Impedimenta, con La hija de Robert Poste, de Stella Gibbons, que se ha convertido por méritos propios en una de las novelas más vendidas de la temporada, o Lumen con las obras de Barbara Pym).
La deliciosa y encantadora novela de la que nos ocupamos aquí está protagonizada por la señorita Pettigrew, una mujer que ronda los cuarenta años que jamás ha tenido suerte en la vida. Desesperada, sin dinero ni para pagar el alquiler de sus modestos aposentos ni para llevarse un mendrugo de pan a la boca, su vida cambia el día que la agencia de empleo que supuestamente debería buscarle un trabajo la envía por error a casa de una cabaretera, Delysia LaFosse, en vez de colocarla, como estaba previsto, en el servicio doméstico de una casa mediana. La bella Delysia es especialista en meterse en líos, sobre todo en embrollos amorosos, y cuando la señorita Pettigrew llega a su casa, se halla inmersa en uno. Contra todo pronóstico, ambas damas se entienden de maravilla y la señorita Pettigrew, pobre, pero juiciosa y de muy buen corazón, encauza la vida de la señorita LaFosse y se convierte en su guía durante las veinticuatro horas más intensas que jamás haya imaginado nunca la entrañable señorita Pettigrew.
Winifred Watson (1906-2002) trabajó como secretaria hasta que decidió ganarse la vida como escritora. Escribió dos novelas dramáticas, que alcanzaron cierto éxito, pero en la tercera, El gran día de la señorita Pettigrew (1938), cambió completamente de registro. Este cambio no gustó en absoluto a sus editores y tardaron varios meses en decidirse a publicarla. Sin embargo, no se arrepintieron, porque la novela fue un gran éxito de ventas en Inglaterra y en Estados Unidos (en España permanecía inédita, igual que el resto de sus novelas). Hacia 1943, cuando tenía 37 años, Winifred Watson dejó de escribir para ocuparse de su familia.

En la calle, la señorita Pettigrew se estremeció. Era un día de noviembre frío, gris y brumoso y, además, lloviznaba. Su abrigo, de un feo y anodino color marrón, no era muy grueso. Tenía ya cinco años. El tráfico de Londres rugía a su alrededor. La señorita Pettigrew, de mediana edad, facciones angulosas, estatura normal, delgada por una alimentación deficiente, con una expresión tímida y derrotada, y una mirada de terror, discernible sólo para aquel que se tomase la molestia de fijarse en ella, se sumó al tropel. Pero en ninguna parte del mundo había algún amigo o pariente que supiera o le importara si la señorita Pettigrew estaba muerta o viva.

Watson, Winifred, El gran día de la señorita Pettigrew [Miss Pettigrew Lives for a Day], Espasa, Madrid, 2008. Ilustraciones de Mary Thomson. Traducción de Isabel Murillo Fort. Rústica, 264 páginas.

martes, 6 de julio de 2010

Florence y Lolita


En Hardborough, un pequeño pueblo costero de Suffolk, una mujer llamada Florence Green emprende la gran aventura de su vida: abrir una librería. Es la primera vez que se establece un negocio de este tipo en el pueblo y las variopintas reacciones de sus habitantes no se hacen esperar. Florence ubica su librería en una casona polvorienta, mugrienta y abandonada que, además, está llena de humedades, y hace del establecimiento su propio hogar. A primera vista, nadie podría imaginar que un edificio tan cochambroso, que cuenta hasta con un rapper, un fantasma, pudiera albergar nada; sin embargo, Florence no es la única que había pensado en la casona para emplazar un negocio. A pesar de las primeras vicisitudes, poco a poco la librería se va haciendo un hueco en la vida del pueblo y Florence incluso abre una biblioteca en una de las alas del edificio y contrata a una jovencita de diez años para que la ayude, Christine, la única que no quiere sabotear su negocio. Un conocido le sugiere que ponga a la venta Lolita, de Vladimir Nabokov, una obra que ha suscitado una gran controversia. En cuanto aparecen los primeros ejemplares de Lolita en la librería de Florence, los provincianos habitantes de Hardborough pondrán el grito en el cielo.
Penelope Fitzgerald (1916-2000) era la hija de uno de los editores de Punch, Edmund Knox. Su fina ironía y su sentido del humor parece heredado directamente de esta revista. Con La librería quedó finalista del Booker Prize en 1978, premio que consiguió finalmente con su siguiente novela, A la deriva. Considerada una de las figuras más representativas de la narrativa británica (A. S. Byatt dijo de ella que era «la más privilegiada heredera de Jane Austen por su precisión y su inventiva»), sus lectores estamos de suerte, porque Impedimenta publicará próximamente otra de sus novelas: El comienzo de la primavera.

—Dicen por ahí que está usted a punto de abrir una librería. Eso significa que no le importa enfrentarse a cosas inverosímiles.
[...]
—¿Por qué cree que abrir una librería es inverosímil? —le gritó al viento—. ¿La gente de Hardborough no quiere comprar libros?
—Han perdido el deseo por las cosas raras. Se venden más arenques ahumados, por ejemplo, que truchas, que están medio ahumadas y tienen un sabor más delicado. Y no me diga usted que los libros no constituyen una rareza en sí mismos.

Fitzgerald, Penelope, La librería [The Bookshop], Impedimenta, Madrid, 2010. Traducción de Ana Bustelo. Rústica con sobrecubierta, 190 páginas.