domingo, 2 de diciembre de 2012

El orden y el caos: librerías en Roma


Recorrer las librerías de las ciudades que se visitan es una obligación ineludible. No sólo procuran información sobre los libros que leen los ciudadanos de esos lugares, sino que además proporcionan visiones distintas acerca del modo que tienen otras gentes de organizar los libros y la literatura. En Londres he visto librerías excéntricas; en Venecia, librerías románticas; en París, librerías bohemias; en Viena, librerías prusianas; en Buenos Aires, librerías psicoanalíticas; en Dubrovnik, librerías arrasadas por la guerra...
En Roma -y de esto trata esta entrada- he visto dos librerías en las que quise detenerme y entrar.
La primera es La Feltrinelli que está ubicada en las Galerías Alberto Sordi, en Piazza Colonna, junto a la Vía del Corso. Está encastrada en una especie de palacio y aún se pueden descubrir los mármoles y el esplendor del Renacimiento italiano en sus paredes. Los espacios y los departamentos remarcan su carácter moderno con grandes fotografías de escritores, artistas y fotogramas cinematográficos (el mejor, el perteneciente a la famosa escena orgásmica de Cuando Harry encontró a Sally, situada en la cafetería). Como es habitual en las librerías actuales, no sólo de libros viven sus propietarios: un agradable restaurante, una oferta variopinta de gadgets, adornos, curiosidades, cuadernos, papelería, etcétera, hacen las delicias de visitantes y asiduos. En definitiva, la librería de nuestra época parece avanzar hacia un espacio amplio y diverso donde los libros conviven (amablemente) con la música, con internet, con el cine y con otras disciplinas artísticas e intelectuales.





La segunda librería tiene un carácter más especial. Se llama Invito alla Lettura y está en el Corso Vittorio Emanuele II (en el número 283). Adentrarse en el fabuloso caos de esta librería es como caer en un torbellino furibundo de guitarras, sillas, baúles, móviles, libros, discos volanderos, postales, cajas, más baúles, figuritas, pisapapeles, bolas de nieve, recortables, bolsas, vasos, sofás y señores en sillones, maniquíes, etcétera, etcétera. Probablemente, el diseño de esta librería no está tan estudiado como el de La Feltrinelli y tal vez la acumulación de objetos y cachivaches sólo se deba a un carácter acaparador y batuburrillesco de su propietario, pero no cabe la menor duda de que el negocio posee todo el encanto que un aficionado a los libros esperaría encontrar. Lo único que se puede asegurar es que el cliente debe acudir con las ideas bien claras, o de lo contrario la superabundancia de textos, cómics, revistas, postales antiguas, fotografías viejas, marcapáginas, grabados y recortes de periódicos puede confundirlo y distraerlo de su primera intención: comprar un libro. De todos modos, si se siente atraído por cualquiera de los innúmeros objetos que pueblan esta librería, no se reprima y pregunte el precio.





6 comentarios:

  1. Pure love. Me muero de ganas por ir a Roma y ver eso, exactamente eso. Ay.

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  2. Conozco La Feltrinelli, pero no la otra que recomiendas (Invito alla Lettura), más singular. Lo que quizá significa que, aunque me empeño en ser un viajero, me comporto como un turista...

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  3. Ainize, ¡te encantarían estas dos librerías!
    Pues eso: a Roma. Corriendo.

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  4. Yo no sé si seré turista o viajera, pero La Feltrinelli me encantó. Me habría quedado a vivir allí. Aunque para vivir en una librería, mejor la otra. Yo creo que debe de tener hasta alguna cama. ¡Está abigarrada de cachivaches! Deliciosamente abigarrada.

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  5. Tomo buena nota de ambas, totalmente apetecibles, para mi próxima escapada a Roma (que será para enero, si todo va bien). Ya tengo una agenda llena de cosas que quiero ver/hacer, de modo que si sigo anotando, no me va a quedar tiempo ni para dormir.. ains!

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  6. Elena, te encantarán las dos. Otra visita que puedes hacer en Roma: ir a ver la tumba de Keats. Muy emotiva y preciosa.
    Abrazos.

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