Con la llegada del invierno y la Navidad, Charles Dickens regresa a la Biblioteca de Redfield Hall (comenzamos este año 2010 con él, precisamente). En esta ocasión viene de la mano de la señora Lirriper, según Chesterton, «la versión femenina del señor Pickwick».
En 1858, Charles Dickens era el director de la revista Household Works, pero una desavenencia con los editores hizo que abandonara esta publicación y creara una revista propia, a su gusto, en la que pudiera mantener el control de todo lo que se publicara en ella. Así nació el semanario All The Year Round, cuyo primer número apareció el 30 de abril de 1859. Pronto se convirtió en un rotundo éxito, e incluso siguió editándose después del fallecimiento del autor, hasta 1895. En All The Year Round Dickens publicó Historia de dos ciudades y Grandes esperanzas, y en sus páginas escribieron desde Wilkie Collins a Anthony Trollope y Elizabeth Gaskell.
En Navidad era tradicional sacar a la venta ciertos números especiales en los que colaboraban las firmas habituales de la revista. En el número de diciembre de 1863 los lectores se encontraron con una verdadera sorpresa: La pensión de la señora Lirriper. Charles Dickens se encargó de la redacción del primer capítulo y del último, y en la historia colaboraron Elizabeth Gaskell, Andrew Halliday, Edmund Yates, Amelia Edwards y Charles Collins. Ante el éxito inmediato de las historias de la singular señora Lirriper, en el número de diciembre del año siguiente se volvió a recurrir a ella y se recopilaron otros relatos bajo el título genérico de La herencia de la señora Lirriper, en el que participaron, además de Dickens, Charles Collins, Rosa Mulholland, Henry Spicer, Amelia Edwards y Hesba Stretton.
La editorial Alba ha reunido en La señora Lirriper los escritos de estos dos números navideños de All The Year Round, que configuran una maravillosa historia: Emma Lirriper, acosada por las deudas de su difunto marido, abre una pensión en el número 81 de Norfolk Street (en Londres) con el fin de obtener dinero para pagar a los acreedores e iniciar una nueva vida. La pensión cuenta con dos huéspedes permanentes: un comandante retirado y un nieto adoptivo de la propia señora Lirriper. La narración comienza con una carta de la señora Lirriper a una amiga; la propietaria de la pensión describe y ordena el escenario en el que Collins, Gaskell, Yates y otros amigos de Dickens narrarán las peripecias de los distinos personajes que pululan por la singular casa de la señora Lirriper, una galería de historias deliciosamente dickensianas —desde cuentos de fantasmas a crónicas sentimentales— que entusiasmarán a los aficionados a la buena literatura (especialmente, las páginas 50-54 son un maravilloso paradigma de la prosa británica del siglo XIX inglés).
Querida, para mí es inconcebible que nadie, que no sea una mujer sola con necesidad de ganarse la vida, esté dispuesto a padecer los quebraderos de cabeza que supone regentar una pensión. Disculpa la familiaridad, pero me sale de forma natural en mi minúscula habitación, cada vez que me dispongo a abrir mi corazón a aquéllos en quienes puedo confiar, y agradecería sinceramente poder hacerlo ante la humanidad entera, pero ése no es el caso: pon un cartel de «Se alquilan habitaciones amuebladas» y deja el reloj en la repisa de la chimenea y, como lo pierdas de vista un segundo, ya puedes despedirte de él, por muy educada que parezca la gente.
Dickens, Charles et al., La señora Lirriper [Mrs. Lirriper Lodgings. / Mrs. Lirriper Legacy], Alba, Barcelona, 2010. Traducción de Miguel Temprano García. Rústica, 422 páginas.
Vaya, esta vez te has adelantado tú. Tenía pensado hacerme eco de la subasta en que el Audubon alcanzó ese precio record. No me canso nunca de contemplar las bellísimas ilustraciones de "Birds of America". Aunque para lograrlas Audubon tuviera que matar algunos miles de pájaros...
ResponderEliminarPobres pájaros, aunque... ¡qué ilustraciones tan bonitas, preciosas!
ResponderEliminarY esa casa de Londres, no sé qué pensaréis, pero yo me la imagino colgando de un montón de globos ;))
Elena, nos vamos pisando los talones con las noticias ;-) Pobres pajaritos, sí... pero las ilustraciones son maravillosas.
ResponderEliminarSeñora paseadora, ¡bienvenida a los comentarios! Efectivamente, la casa de Londres se ha mantenido como un pequeño reducto y parece que en cualquier momento va a salir volando... ¡como la de Up!
Abrazos bibliotecarios.