domingo, 28 de noviembre de 2010

Viajes literarios con National Geographic

Hace apenas una semana se ha inaugurado en Madrid la tienda oficial de National Geographic (Gran Vía, 74). En la sección de libros, la bibliotecaria de Redfield Hall hizo una valiosa adquisición: Novel Destinations. Literary Landmarks from Jane Austen's Bath to Ernest Hemingway's Key West (inédito en español). Este libro, a modo de guía de viajes, es el complemento perfecto para acompañar cualquier trayecto literario: desde los salvajes páramos de las hermanas Brontë al Distrito de los Lagos, tan querido a los poetas británicos del Romanticismo; desde el San Petersburgo de Dostoievski a la Nueva Inglaterra de Robert Frost; desde el profundo sur de William Faulkner a las colinas californianas de Jack London; desde el Campo de Criptana de Dulcinea a la Praga de Kafka.
La primera parte del libro recoge distintas zonas agrupadas por temas (por ejemplo, «justicia poética», «vampiros, fantasmas y cuervos» o «lugares contemplativos») y en cada una de ellas se reseñan las casas museos de los escritores (con una pequeña foto e información práctica). El siguiente capítulo se organiza alrededor de cinco autores (Scott Fiztgerald, Hemingway, Twain, Wharton y James) y los lugares que fueron fundamentales en su vida. Los siguientes capítulos ofrecen información sobre festivales y fiestas literarias, librerías legendarias y cementerios y, por último, se reseñan restaurantes, hoteles y pubs obligatorios en cualquier recorrido literario. La segunda parte del libro está dedicada a ciudades que van indisolublemente unidas a la figura de un escritor: tal es el caso de Bath con Jane Austen, Salem con Nathaniel Hawthorne o Dublín con James Joyce.
Novel Destinations está primorosamente editado y sus dos autoras, Shannon McKenna y Joni Rendon, aportan una minuciosa y detallada información que hará las delicias de todos los lectores con diferentes mitomanías literarias. Aunque la página web del libro también es muy útil y contiene entradas y enlaces de interés, merece la pena hacerse con un ejemplar de esta obra.



McKenna Schmidt, Shannon y Rendon, Joni, Novel Destinations. Literary Landmarks from Jane Austen's Bath to Ernest Hemingway's Key West, National Geographic Society, Washington DC, 2008. Prólogo de Matthew Pearl. 358 páginas, cartoné con sobrecubierta.

domingo, 21 de noviembre de 2010

El pequeño libro del caminante


El editor José J. de Olañeta, afincado en Palma de Mallorca y cuya producción editorial sigue siendo casi artesanal, ofrece en su colección Centellas pequeños libros ideales para una lectura breve, en viajes cortos o en mínimos tiempos «muertos». El volumen número nueve de esta colección reúne un par de ensayos de dos magníficos escritores británicos: Ir de viaje, de William Hazlitt (1773-1830) y Excursiones a pie, de Robert L. Stevenson (1850-1894). Ambos ensayos exponen opiniones diversas sobre el hecho de viajar, pasear, caminar y senderear, con sus gustos y preferencias en semejantes entretenimientos, y todo ello aderezado con recuerdos personales y disquisiciones literarias. Stevenson cita en su ensayo el escrito de Hazlitt y lo recomienda vivamente, además de comentarlo. Los dos ensayos conforman una deliciosa y sugerente lectura.
Ir de viaje se publicó originalmente en 1821 en The New Monthly Magazine y posteriormente en el volumen Table Talk (1821-1822). Se trata de un ejemplo excelente del estilo sencillo y directo de Hazlitt, en este caso trufado de referencias personales y literarias. Excursiones a pie apareció por vez primera en 1876, en el Cornhill Magazine, y después, en 1881, formó parte del volumen Virginibus Puerisque (1881), un libro de ensayos morales y literarios.
Hay que dar las gracias a Olañeta por haber tenido la idea de reunir en un solo libro estas dos mínimas joyas de la literatura inglesa, que harán las delicias del distraído viajero y conseguirán que los miembros de la taciturna secta de los caminantes esbocen una sonrisa de complicidad ante las ocurrencias de Hazlitt y Stevenson.

Una de las cosas más agradables del mundo es ir de viaje. Pero me gusta ir solo. Puedo disfrutar del trato con los demás en una habitación; pero al aire libre la naturaleza es compañía suficiente para mí. En él nunca estoy menos solo que cuando estoy solo. «Los campos eran su estudio, la naturaleza era su libro». No le puedo ver la gracia a caminar y hablar al mismo tiempo. (William Hazlitt).

Ahora bien, para disfrutarla como es debido, una excursión a pie hay que realizarla en solitario. Si uno va en grupo, o incluso con un compañero, ya no es una excursión a pie más que de nombre; es otra cosa, más por el estilo de un picnic. Una excursión a pie debe emprenderse en solitario porque su esencia es la libertad; porque uno debe poder detenerse y continuar, seguir un camino u otro a su antojo; y porque uno debe poder ir a su propio ritmo... (Robert L. Stevenson).

Hazlitt, William y Stevenson, Robert L., Ir de viaje. Excursiones a pie [On Going A Journey. Walking Tours], José J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 2010. Traducción de Esteve Serra. Rústica, 80 páginas.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Manhattan: de Waverly Place a Jane Street


Lumen es una de las pocas editoriales pertenecientes a grandes grupos que, a pesar de la crisis y de la devaluación de los libros, continúa publicando hermosos volúmenes en tapa dura (excepto en su nueva colección, Futura) con exquisito papel. Bien es cierto que los textos que suelen atesorar esas tapas de cuidadas y esmeradas cubiertas merecen su publicación de manera tan especial. Recientemente, Lumen ha sacado a la luz Érase una vez Manhattan, un clásico estadounidense que permanecía inédito en España. La cubierta, con un maravilloso skyline de Nueva York, corre a cargo de Marta Borrell. El lector abre el libro y se topa ya desde el principio con una de las imágenes más significativas de la ciudad: las guardas, en blanco y negro, están ilustradas con las escaleras de incendios inconfundibles de las casas de Manhattan. (Se podría pensar que en alguna de esas ventanas aparecerá en cualquier momento Holly Golightly).
Érase una vez Manhattan es una de las tres obras que Mary Cantwell escribió sobre su vida, desde su infancia hasta su madurez (las otras dos son American Girl y Speaking with Strangers). Nacida en Providence (Rhode Island) en 1930, se trasladó a Nueva York en 1953, cuando terminó sus estudios universitarios. Llegó a Manhattan con ochenta dólares en el bolsillo y una máquina de escribir Smith-Corona portátil de la que esperaba sacar un buen partido. Vital, hermosa y joven, pronto se encontró como pez en el agua sumergida en la vorágine frenética de la ciudad. En la obra, Mary va relatando cronológicamente, a través de sus diferentes domicilios (primero en Waverly Place, 148, compartiendo cuchitril con una compañera de universidad; después, ya con su marido, en la calle Veintiuno Este, en la calle Once Oeste, en Perry Street y en Jane Street), cómo se desenvuelve en la vida neoyorquina y en sus distintos trabajos. Nada más llegar a la Gran Manzana, consigue un puesto como secretaria del director de prensa en Mademoiselle, después pasa a trabajar a Vogue y, finalmente, logra ser columnista en The New York Times.
Mary Cantwell traza un maravilloso retrato de Manhattan, un canto a una ciudad en la que, en aquella dorada época de los años cincuenta, todo parecía posible, incluso la felicidad. Como ella mismo dijo: «Para mí, Nueva York era una colmena. No podías limitarte a vivir allí. Tenías que ser alguien, hacer algo, lo que fuera. La mejor manera de conocer Nueva York, de aprender a amarla, era dejar que te agotara».

En una palabra, no nos falta de nada. Por lo menos, a mí no me falta de nada. Hay noches en las que, sentada en el sofá cama con las piernas cruzadas, Las cuatro estaciones de Vivaldi en el tocadiscos y los gatos callejeros delante de la ventana de la cocina rebuscando entre la hierba, me siento pletórica de alegría, porque salgo de esta casa todas las mañanas para dirigirme al lugar que mi padre prometió que un día sería mío. El lugar donde habría mucha gente como yo.

Cantwell, Mary, Érase una vez Manhattan [Manhattan, When I Was Young], Lumen, Barcelona, 2010. Traducción de Jordi Fibla. Cartoné con sobrecubierta, 272 páginas.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Dominó


La bibliotecaria de Redfield Hall os presenta este curioso vídeo publicitario de Bookmans, una librería de Estados Unidos especializada en libros de segunda mano. Aún no se sabe si se trata de un fake o han conseguido realmente ese efecto dominó.


martes, 9 de noviembre de 2010

Vida y tradición en Nueva Inglaterra


Como adelantábamos a principios de septiembre, en la reseña de La educación de Oscar Fairfax, de Louis Auchincloss (1917-2010), una de las apuestas otoñales de la editorial Libros del Asteroide sería la que se considera la obra más importante de este autor: El rector de Justin. Publicada por primera vez en 1964, la crítica se rindió a este escritor y se dijo de él que era el digno heredero literario de Henry James y Edith Wharton. En España, varias editoriales sacaron a la luz esta obra en los años sesenta y setenta, pero desde hace tiempo estaba descatalogada. Gracias a la recuperación que está llevando a cabo Libros del Asteroide del señor Auchincloss, el gran cronista de la clase dirigente de Estados Unidos, podemos disfrutar ahora de ella (todavía quedan por publicar varias obras más de este autor).
El rector de Justin narra la historia de un colegio en Nueva Inglaterra (¿dónde si no?) y de su fundador. A finales del siglo XIX, Francis Prescott, un carismático joven licenciado en Harvard y en Oxford, abandona un futuro prometedor y decide embarcarse en la tarea de su vida: la fundación de un internado masculino. Con el tiempo, el colegio, de ideales religiosos episcopalianos y con una severa disciplina, se convierte en uno de los más exclusivos de Estados Unidos.
Cincuenta años después, en 1939, un joven apocado y tímido con vocación religiosa, Brian Aspinwall, recala en Justin Martyr para impartir clases de Inglés y entabla una relación paternal con Francis Prescott, a la sazón un anciano de ochenta y cinco años. Al cabo de unos meses de su estancia en el internado, recibe el encargo de redactar la biografía de su todavía director. Brian recaba para ello a lo largo de los años numerosos testimonios de profesores, ex alumnos y familiares y, junto con sus impresiones, relatadas en un diario, conforma unos controvertidos apuntes en los que se desvelan las luces y las sombras de Prescott. La novela es el compendio de todos estos testimonios personales, el trabajo de recopilación que Brian hace antes de ponerse a redactar definitivamente, «en un cuaderno vacío y austero», la biografía del fundador de Justin Martyr.

Todavía no sé muy bien qué opinión me merece el aspecto del colegio. El lunes me deprimía, el martes me comenzó a parecer mejor; hoy —con un tiempo magnífico— me gusta. Sigue de modo muy convincente el estilo arquitectónico de H. H. Richardson, con grandes volúmenes de ladrillos de color rojo oscuro, arcos románicos de granito, glorietas y largas columnatas. La abundancia de campos de césped y setos verdeantes y el porte glorioso de los olmos aligeran cierta tendencia a las formas pesadas, y evocan un monasterio medieval en el Mediodía francés o, sin ir tan lejos, una asentada colonia veraniega en la Nueva Inglaterra de comienzos de siglo. Como es habitual, Dios lo ha hecho mejor que el hombre. [...] La paz predomina en el recinto y, en un radiante día de otoño como éste, casi parece una paz soñolienta [...]. Sí. Creo que va a gustarme Justin Martyr.

Auchincloss, Louis, El rector de Justin [The Rector of Justin], Libros del Asteroide, Barcelona, 2010. Traducción de Ignacio Peyró. Rústica, 392 páginas.