lunes, 14 de diciembre de 2009

Ciencia del vampirismo en el siglo XVIII


En este tiempo de literatura vampírica y casi gótica, la biblioteca de Redfield Hall acoge un verdadero tratado sobre los redivivos de dientes afilados y aficionados a la hemoglobina. Augustin Calmet (1672-1757), monje benedictino y erudito de la exégesis bíblica, dedicó buena parte de su vida al estudio de formas físicas no convencionales: los ángeles, los demonios, los espíritus, las almas de los difuntos, los súcubos, etcétera. Años antes de investigar en profundidad la teoría de los revinientes, escribió un tratado sobre estas materias. Estos textos han sido, en realidad, los que le han procurado fama, pero el abad de Saint-Léopold merece reconocimiento también por su portentoso Comentario sobre el Antiguo y Nuevo Testamentos, al que dedicó veintitrés volúmenes y nueve años de aquel fructífero Siglo de las Luces.
En 1751 el abad Calmet dio a la prensa parisina su Tratado sobre las apariciones de espíritus, y sobre los vampiros, o los revinientes de Hungría, Moravia, etcétera. Este compendio, que inaugura la historia mítica del vampirismo, se considera la obra fundacional de este tipo de literatura y una referencia ineludible en la temática gótica. Los grandes del género, como los Shelley, Polidori, Sheridan Le Fanu o Bram Stoker, revisaron las teorías y, sobre todo, la abundante casuística del Tratado sobre los vampiros. En cualquier caso, el texto de Calmet no es sólo una retahíla de ejemplos y excusas eclesiásticas: es, ante todo, una asombrosa galería de relatos que se desenvuelven entre la realidad, el mito y el ensueño. Algunos de los títulos capitulares ya avanzan las maravillas que aguardan al lector: "Un hombre realmente muerto, ¿puede aparecerse con su propio cuerpo?", "Mujer sacada viva de la tumba", "Muertos de Hungría que sacan la sangre de los vivos", "Gentes que van en peregrinación después de muertos", "Brucolaco exhumado en presencia del señor de Tournefort" o "Muertos que en la tumba mastican como los cerdos y que devoran su propia carne".
La editorial Reino de Goneril propone una recuperación del texto de Calmet, publicada por Mondadori en 1991. En esta ocasión el Tratado sobre los vampiros se presenta en un formato poco usual (21x17) y con una llamativa ilustración de cubierta. Los editores han considerado conveniente ilustrar la obra con numerosas láminas en blanco y negro: puede entenderse que son las imágenes imprescindibles y clásicas de la imaginería vampírica. El afinado prólogo corre a cargo de Luis Alberto de Cuenca, especialista en este tipo de rarezas góticas.

Después de haber tratado en una disertación particular el asunto de las apariciones de los ángeles, de los demonios y de las almas separadas del cuerpo, la conexión de la materia me invita a hablar también de los revinientes, de los excomulgados que la tierra expulsa, según dicen, de su seno, de los vampiros de Hungría, de Silesia, de Bohemia, de Moravia y de Polonia, y de los brucolacos de Grecia.

Calmet, Augustin, Tratado sobre los vampiros [Traité sur les apparitions des esprits, et sur les vampires, ou les revenans de Hongrie, de Moravie, &c.], Reino de Goneril, [s. l.], 2009. Prólogo de Luis Alberto de Cuenca, traducción de Lorenzo Martín del Burgo. Rústica, 304 páginas.