sábado, 22 de diciembre de 2012

Feliz Navidad


"Y respecto a los dulces (pudin de arándanos o de frutas variadas), lo dejo a tu consideración. Lo único que te pido es que no seas tacaña. La Navidad es sólo una vez al año".

Elizabeth Gaskell, Tormentas y buen tiempo en Navidad.



miércoles, 12 de diciembre de 2012

Arnold Bennett Bloggers Assembly


Hoy se ha dado el pistoletazo de salida para los preparativos de una iniciativa tan curiosa como interesante y necesaria: reinvindicar la figura del gran escritor inglés Arnold Bennett, inexplicablemente ninguneado por estos lares, sobre todo, editorialmente. El próximo 27 de marzo de 2013, día en el que se cumplirán ochenta y dos años del fallecimiento del novelista, se llevará a cabo una acción simultánea en numerosos blogs para rendir homenaje a su memoria. La propuesta es idea de José C. Vales (Las luciérnagas no usan pilas) y de Elena Rius (Notas para lectores curiosos) y está abierta a todo aquel que quiera participar. Dentro de unos días se pondrá en funcionamiento una web creada ad hoc para la ocasión en la que se irán mostrando los blogs que ya se han comprometido a escribir ese 27 de marzo un post sobre Arnold Bennett.
Esta bibliotecaria se alegra especialmente de esta celebración bennettiana: el señor Bennett y su Cuento de viejas fueron sus compañeros inseparables durante el verano de 2011 mientras viajaba en barco por media Europa.
(Los lectores de esta biblioteca que quieran sumarse al homenaje se pueden poner en contacto con los patrocinadores de la iniciativa en sus blogs).


viernes, 7 de diciembre de 2012

Reading is sexy

Audrey Hepburn
Cary Grant
George Harrison
James Dean
Marlon Brando
Paul Newman
Johnny Depp
Paul Auster
George Clooney

domingo, 2 de diciembre de 2012

El orden y el caos: librerías en Roma


Recorrer las librerías de las ciudades que se visitan es una obligación ineludible. No sólo procuran información sobre los libros que leen los ciudadanos de esos lugares, sino que además proporcionan visiones distintas acerca del modo que tienen otras gentes de organizar los libros y la literatura. En Londres he visto librerías excéntricas; en Venecia, librerías románticas; en París, librerías bohemias; en Viena, librerías prusianas; en Buenos Aires, librerías psicoanalíticas; en Dubrovnik, librerías arrasadas por la guerra...
En Roma -y de esto trata esta entrada- he visto dos librerías en las que quise detenerme y entrar.
La primera es La Feltrinelli que está ubicada en las Galerías Alberto Sordi, en Piazza Colonna, junto a la Vía del Corso. Está encastrada en una especie de palacio y aún se pueden descubrir los mármoles y el esplendor del Renacimiento italiano en sus paredes. Los espacios y los departamentos remarcan su carácter moderno con grandes fotografías de escritores, artistas y fotogramas cinematográficos (el mejor, el perteneciente a la famosa escena orgásmica de Cuando Harry encontró a Sally, situada en la cafetería). Como es habitual en las librerías actuales, no sólo de libros viven sus propietarios: un agradable restaurante, una oferta variopinta de gadgets, adornos, curiosidades, cuadernos, papelería, etcétera, hacen las delicias de visitantes y asiduos. En definitiva, la librería de nuestra época parece avanzar hacia un espacio amplio y diverso donde los libros conviven (amablemente) con la música, con internet, con el cine y con otras disciplinas artísticas e intelectuales.





La segunda librería tiene un carácter más especial. Se llama Invito alla Lettura y está en el Corso Vittorio Emanuele II (en el número 283). Adentrarse en el fabuloso caos de esta librería es como caer en un torbellino furibundo de guitarras, sillas, baúles, móviles, libros, discos volanderos, postales, cajas, más baúles, figuritas, pisapapeles, bolas de nieve, recortables, bolsas, vasos, sofás y señores en sillones, maniquíes, etcétera, etcétera. Probablemente, el diseño de esta librería no está tan estudiado como el de La Feltrinelli y tal vez la acumulación de objetos y cachivaches sólo se deba a un carácter acaparador y batuburrillesco de su propietario, pero no cabe la menor duda de que el negocio posee todo el encanto que un aficionado a los libros esperaría encontrar. Lo único que se puede asegurar es que el cliente debe acudir con las ideas bien claras, o de lo contrario la superabundancia de textos, cómics, revistas, postales antiguas, fotografías viejas, marcapáginas, grabados y recortes de periódicos puede confundirlo y distraerlo de su primera intención: comprar un libro. De todos modos, si se siente atraído por cualquiera de los innúmeros objetos que pueblan esta librería, no se reprima y pregunte el precio.