Las estanterías de la Biblioteca de Redfield Hall se nutren principalmente de títulos escogidos por la bibliotecaria que redacta estas líneas. En el caso de La felicidad de los pececillos, la obra llegó porque un amigo editor muy querido le recomendó su lectura, sabiendo que le iba a gustar. Efectivamente: tenía razón. En estos tiempos en los que impera peligrosamente la banalización de la cultura (con especial énfasis en la literatura y los libros) toparse con un ensayo inteligente, agudo y clarividente es una experiencia casi irreal.
La felicidad de los pececillos, de Simon Leys (Bruselas, 1935), reúne las crónicas que su autor escribió para Le Magazine Littéraire durante los años 2005 y 2006 y una serie de artículos más antiguos aparecidos en otras revistas literarias, como Écrivain, Nouvelle Revue Française y Lire. Publicado en Francia en 2008, en España lo acaba de editar Acantilado, cuyo catálogo, reunido con verdadero primor por Jaume Vallcorba, es de los que ofrecen mayores satisfacciones en la actualidad.
El reconocido profesor Simon Leys (seudónimo de Pierre Ryckmans) ofrece en estos breves ensayos sus certeras reflexiones acerca de cuestiones relacionadas con la literatura y el arte. Apoyado siempre por referentes indiscutibles (Samuel Johnson, T. S. Eliot, E. M. Forster, Chesterton o Henry James, entre otros), desgrana con curiosidad y rigor interesantes anécdotas y temas: la vulgaridad del éxito, el gusto literario, la pereza, la verdad del novelista, la relación de los escritores con el dinero, la utilidad y la inutilidad de la lectura, cómo hay que leer, etcétera. Y todo ello salpicado de jugosas citas: «Para leer buenos libros, la condición previa es no perder el tiempo en leer cosas malas, pues la vida es corta» (Schopenhauer); «Descifrar textos en una pequeña pantalla no es leer» (H. Bloom); «Todos los editores son unos perros» (E. Wilson); «¡Tendero de mierda! ¡Ah, si pudiera usted limpiarse el culo con mis contratos!» (Céline a su editor); «Un editor siempre pierde dinero editando, por lo que su secreto consiste en editar poco, incluso en no editar en absoluto» (P. V. Stock); «Nadie puede fabricar deliberadamente un best-seller» (Somerset Maugham); «A veces la buena literatura se vende bien, y a veces la pésima literatura se vende igual de bien» (H. Belloc).
La felicidad de los pececillos es una lectura deliciosa, un paseo por las glorias y miserias artísticas que ayuda a discernir lo que vale y lo que no vale en un mundo (el literario) en el que, desafortunadamente, nada es lo que parece.
¿Puede acaso la literatura ser considerada como una profesión? Es más bien una enfermedad, una terapia, una alegría, una monomanía, una bendición, una obsesión, una maldición, una locura, un estado de gracia, una pasión y muchas otras cosas más (por otra parte, «si sois capaces de vivir sin escribir —decía Rilke—, no escribáis»), mientras que la edición está ineluctablemente sometida a las obligaciones inherentes a toda empresa comercial; de ahí también la implacable insensibilidad con la que los editores acostumbran a tratar a sus inocentes autores.
Leys, Simon, La felicidad de los pececillos [Le bonheur des petits poissons], Acantilado, Barcelona, 2011. Traducción de José Ramón Monreal. Rústica, 144 páginas.
Nota: no se sabe nada del misterioso escultor de Edimburgo. De momento, no ha vuelto a dejar ninguna obra de arte en ningún otro sitio. Seguiremos informando.
Este lo ví reseñado en el periódico La Nueva España y me llamó la atención, después no lo encontré por las librerías cercanas y no hubo forma de encontrarlo. Ahora que hablas de él , tengo que continuar con su búsqueda. Sí que Acantilado tiene un buen catálogo pero sigo encontrando que en España el libro es caro carísimo. Saludos
ResponderEliminarTiene buena pinta. Tampoco lo conocía y me llama la atención. Al menos le echare un vistazo en la librería a ver si cae.
ResponderEliminarCoincido con Miss W en que me rechinan los dientes cuando veo los buenos títulos de Acantilado o Eds del Asteroide y como me quiera llevar tres de ellos juntos me tengo que dejar 60 o 70 euros.
Miss Winnifred y Óscar, gracias por vuestros comentarios. Tenéis razón con lo del precio... ¡pero al menos son libros buenos!
ResponderEliminarEstos pececillos son deliciosos, desde luego.
Abrazos.