jueves, 25 de febrero de 2010

Las cartas de James y Louis


Resulta curiosa la amistad que surgió entre estos dos autores de estilos y literaturas tan distintas. En realidad, parece extraño que el creador de La copa dorada y el autor de La isla del tesoro llegaran a mantener una correspondencia literaria y personal tan estrecha. Sin embargo, así fue.
Todo comenzó en septiembre de 1884, cuando Henry James (1843-1916) publicó en el londinense Longman's Magazine un artículo titulado "El arte de la ficción". Lo escribió como respuesta a otro artículo de igual titulo que había escrito el novelista Walter Beasant (1836-1901), sobre la teoría y la práctica de la novela. Henry James comparaba novelas recientes de estilos y temas distintos, y señalaba: "Acabo de leer la deliciosa novela La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson (...), me parece maravillosamente lograda en lo que se propone".
En el número de diciembre de ese mismo año fue Robert Louis Stevenson (1850-1894) quien escribió un artículo en la misma revista, titulado "Una humilde reconvención". Trataba sobre el arte de novelar y aludía al "encantador ensayo del señor James", entrando en polémica con él y comentando su última obra, El autor de Beltraffio, de la que dijo: "Tan justa en su concepción, tan ágil y pulcra en su estilo".
Apenas leyó el artículo sobre su novela, el señor James envió una carta al señor Stevenson y al cabo de tres días éste le respondió. Después de cruzarse estas primeras palabras cordiales, comenzaron su correspondencia. James, aunque americano, residía en Londres, tenía 42 años y ya contaba con cierto prestigio. Stevenson tenía 35 años, estaba enfermo y vivía en Bournemouth con su esposa. No se conocían personalmente, pero ambos se habían leído y se admiraban. Nació una amistad que sólo se interrumpió con el temprano fallecimiento del señor Stevenson, el 3 de diciembre de 1894.
La editorial Hiperión ofrece en un preciosísimo volumen la crónica de esta amistad, ilustrado con algunas de sus cartas manuscritas y diferentes imágenes. Se trata de una correspondencia que enmarca la vida de los dos autores, sus viajes, sus inquietudes literarias y sus trayectorias intelectuales; en ella se va configurando una amistad que supo estar por encima de sus divergencias y sus distintas opiniones. Para los admiradores, tanto de Henry James como de Robert Louis Stevenson, este descubrimiento literario supone un verdadero tesoro que permite reconstruir paso a paso la relación que mantuvieron estos dos genios de la literatura durante más de una década.

Mi querido Robert Louis Stevenson: [...] Es un lujo, en esta época inmoral, encontrar a alguien que realmente escribe, que de verdad está familiarizado con ese arte encantador. No sería justo competir con usted en esto; además, creo que estamos de acuerdo en muchas más cosas que en desacuerdo, y aunque hay puntos acerca de los cuales un espíritu más irrefrenable que el mío querría tratar de encontrar un defecto, no es eso lo que quiero decir; antes al contrario, agradecerle lo mucho que de sugestivo y acertado hay en sus observaciones, pensadas con tanta justeza y dichas con tanta brillantez. [3 Bolton St., W, 5 de diciembre de 1884].

James, Henry y Stevenson, Robert Louis, Crónica de una amistad. Correspondencia y otros escritos [A Record of Friendship and Criticism], Madrid, Hiperión, 2009. Traducción de María Cóndor. Rústica, 224 páginas.

domingo, 14 de febrero de 2010

Chesterton: en defensa de la circunspecta Inglaterra


G. K. Chesterton (1874-1936) publicó El juicio del doctor Johnson en 1927. Los protagonistas de esta comedia en tres actos son John Swallow Swift, un espía americano, y su esposa Mary, que arriban a las islas Hébridas con una misión secreta: relacionarse con la sociedad inglesa para averiguar qué opinión tienen respecto a la Guerra de Independencia de Estados Unidos. Se instalan en Londres y allí se verán envueltos en un enredo político que pondrá a prueba sus ideales. Algunos de los personajes con los que se codean son egregios ingleses que existieron realmente y que pertenecieron al llamado The Club, un grupo que reunía a la flor y nata de la intelectualidad británica del siglo XVIII. Así, por estas páginas desfilan Samuel Johnson (1709-1784), poeta y ensayista conocido por su devoción anglicana y su conservadurismo político; el inseparable compañero del doctor Johnson, James Boswell (1740-1795), literato escocés cuya obra más célebre es la biografía de su amigo; y Edmund Burke (1729-1797), escritor y político whig. En esta comedia, el doctor Johnson ejerce de maestro de ceremonias y pondrá a prueba las opiniones de los Swift, revolucionarios e idealistas, en unos diálogos brillantes cargados de ironía, mordacidad y sutileza.
Gilbert Keith Chesterton es una de las grandes plumas de la literatura inglesa. Su obra abarca todo tipo de géneros: ensayo, novela, poesía, libros de viajes, biografías y escritos periodísticos. Su personaje más popular y conocido es el padre Brown, un sacerdote detective cuyas andanzas están reunidas en el volumen Los relatos del padre Brown. Entre sus obras más deliciosas destaca Correr tras el propio sombrero, una selección de ensayos filosófico-humorísticos. La editorial Acantilado ha publicado recientemente ambos títulos. El juicio del doctor Johnson, sin embargo, sale a la luz de la mano de Sexto Piso, en una preciosa edición en su colección de clásicos.

MARQUESA: Y entonces dije que las disputas surgen más a menudo de las minucias que de las grandes cosas, y que estamos enmarañados en la red de la etiqueta, sobre todo en lo que concierne a las damas. [...] A buen seguro que cuanto necesitamos es más simplicidad. Todos los sabios de Oriente y de Occidente se han mostrado a favor de una vida sencilla. Usted mismo es uno de los grandes sabios, doctor Johnson; a buen seguro está usted a favor de la vida sencilla.
JOHNSON: Señora mía, una vaca lleva una vida sencilla. Una vaca no necesita más que hierba. Las relaciones de los bueyes con las vacas no están enmarañadas a causa de la etiqueta. Pero no sabía yo que los bueyes fueran filósofos.
MARQUESA: A buen seguro, doctor Johnson, no será usted tan rudo que vaya a comparar a una dama con una vaca.
JOHNSON: No, señora. La compararé con un asno si le desagrada que se le trate con la debida civilidad. La cortesía más puntillosa con las damas es una de las señales que nos distinguen de los animales, sean vacas, sean asnos.

G. K. Chesterton, El juicio del doctor Johnson [The Judgement of Dr. Johnson], Sexto Piso, Madrid, 2009. Traducción de Miguel Martínez-Lage. Rústica, 112 páginas.

jueves, 4 de febrero de 2010

Tras el monstruo, los impostores


Bram Stoker ya había publicado su gran obra, Drácula, una de las mejores novelas de la literatura universal, cuando dio a la imprenta, en 1910, este opúsculo sobre un grupo de famosos y reconocidos impostores, farsantes, charlatanes, suplantadores y estafadores. Son otros vampiros: los chupasangres de la vida real. Famosos impostores —inédita hasta ahora en castellano y publicada por Melusina gracias a su editor, José Pons— recoge en diez capítulos la peripecia de numerosos profesionales en el arte de apropiarse de las vidas ajenas, a cazadores de brujas, a maestros del disfraz. El décimo capítulo, por ejemplo, está dedicado a la reina Isabel I de Inglaterra, que, según el señor Stoker, era en realidad un hombre: "el muchacho de Bilsey". El ensayo está profusamente adornado con detalles y datos históricos, con ciertas dosis de cotilleos y con pinceladas de mordaz humor irlandés que harán las delicias de cualquier lector entusiasta de las "pequeñas curiosidades históricas". Existe la creencia de que Bram Stoker formaba parte de una sociedad secreta, la Hermetic Order of the Golden Dawn, una fraternidad de magia y ocultismo fundada en Londres en 1888 por William Wynn Westcott y Samuel MacGregor Mathers (otro famoso miembro de la hermandad fue William Butler Yeats). No se sabe a ciencia cierta, obviamente, qué tomó de esta célebre sociedad para sus Famosos impostores ni cómo reaccionaron sus adeptos cuando la obra salió a la luz.
Bram Stoker nació en Conflart, Irlanda, en 1847 y murió en Londres en 1912. Se educó en un ambiente austero, en una familia cuyo único patrimonio eran sus libros. Sus primeros siete años de vida los pasó en la cama, enfermo, mientras su madre le contaba historias de fantasmas y aparecidos. Estudió en el mítico Trinity College y pronto empezó a escribir reseñas teatrales. En 1876 se marchó a Londres con el actor Henry Irving y se hicieron cargo del Lyceum Theatre. Bram se convirtió en el esclavo de Irving: hacía cuanto éste le pedía y juntos recorrieron los peores prostíbulos de Europa. En uno de ellos, en París, contrajo la sífilis que, finalmente, acabaría con su vida en una repugnante pensión londinense, mientras gritaba enloquecido e intentaba apartar los fantasmas y vampiros que lo acosaron en sus últimas horas.

La impostura siempre ha sido un tema de interés y es probable que los impostores de una u otra especie proliferen mientras la naturaleza humana siga siendo tal y como la conocemos y la sociedad siga prestándose al engaño. Las historias de impostores famosos recogidas en este libro han sido reunidas con el propósito de mostrar que este arte se ha llevado a cabo de formas muy variadas: los hay que se hacen pasar por otro, hay también pretendientes al trono, timadores y farsantes de toda laya y condición, así como individuos que no dudan en suplantar a quien haga falta en su búsqueda de las riquezas, una mejor posición social o la fama, y aun los que simplemente lo han hecho por amor al arte.

Stoker, Bram, Famosos impostores [Famous Impostors], Barcelona, Melusina, 2009. Traducción de Albert Fuentes. Rústica, 296 páginas.