domingo, 25 de marzo de 2012

Un libro no sólo es papel, tinta y pegamento

En un pueblecito de Nueva Inglaterra, de nombre Redfield, viven aparentemente felices Andrew McGill y su hermana Helen, dedicados a cuidar de su granja. Sin embargo, esta felicidad no es tal para Helen. Hace unos años, Andrew tuvo una idea nefasta: decidió contarle al mundo lo felices que eran y escribió un libro, Paraíso recobrado. A pesar de ser un sencillo granjero, siempre había tenido inclinaciones librescas, y éstas se vieron acentuadas desde que heredó una biblioteca de un pariente cercano. Helen nunca había dado mucha importancia a las veleidades literarias de Andrew y ni siquiera cuando éste le informó de que iba a enviar un manuscrito a un editor se mostró preocupada, porque pensó que nadie querría publicar el libro. Sin embargo, Helen se equivocó por completo: Andrew no sólo encontró un editor entusiasmado por su obra, sino que a Paraíso recobrado siguieron más títulos y, desde ese momento, el granjero se convirtió en una celebridad. Helen, entregada a sus quehaceres en la granja, no le ha perdonado a Andrew que, escudándose en sus labores de escritor, haya descuidado sus tareas cotidianas y que incluso desaparezca temporadas enteras para vagabundear por la región intentando encontrar inspiración para sus libros. Pero pronto va a llegar el momento de la venganza.
Un día llega a la granja un hombrecillo de barba roja en busca de Andrew McGill. No viene de vacío. Carga con una especie de carromato lleno de libros en el que se lee: "Parnaso Ambulante del señor Mifflin" y viene acompañado de un perrillo y un caballo. Helen, que hace todo lo posible por mantener alejado a su hermano de editores, libreros y gentes de ese mundo (sin conseguirlo), intenta quitarse de encima al señor Mifflin, cuya intención es vender a Andrew su biblioteca ambulante. Sin embargo, el hombrecillo es insistente y le comunica que no se irá hasta que no vea a Andrew, al que admira enormente como escritor. Helen, irritada ante la posibilidad de que su hermano adquiera el Parnaso y descuide para siempre las labores de la granja, decide comprar el cacharro ambulante ella misma con sus ahorros, con tal de que Andrew no se haga con él. El señor Mifflin se queda estupefacto con la propuesta. Y así, Helen McGill, una granjera gorda y soltera de treinta y nueve años dedicada a hornear hogazas de pan, contar huevos y cuidar de su hermano, emprende la aventura de su vida. Con la compañía del hombrecillo de barba roja, se lanza por los caminos con su Parnaso móvil entregada a vender libros (y, por tanto, felicidad) a las gentes. No será una tarea tranquila: la aventura estará llena de tropiezos, momentos cómicos, enredos, situaciones hilarantes y variopintas peripecias.
La librería ambulante es una novela deliciosa, llena de humor y ternura que rinde un sentido homenaje a los libros, a su poder de evocación y a su capacidad para regalar felicidad. Escrita por Christopher Morley (1890-1957), un afamado autor y periodista estadounidense (aunque ignorado en España, ésta es la primera vez que se traduce), se convirtió en una novela de culto desde que se publicó en 1917. Es de agradecer que la editorial Periférica haya rescatado este magnífico relato y, como se señala en la solapa, próximamente harán lo propio con otra novela del autor, The Haunted Bookshop.
Sin embargo, esta bibliotecaria no puede dejar pasar por alto algunos detalles concernientes a la edición de la obra. El primero de ellos atañe a la traducción, en general muy aceptable, pero que presenta un error incomprensible: a Andrew McGill se le conoce en el pueblo con el apelativo de "the Sage of Redfield", es decir, "el Sabio de Redfield"; es un enigma indescifrable por qué a lo largo de toda la novela se ha traducido incorrecta e inexplicablemente como "la Saga de Redfield". Otra cuestión que no se comprende es por qué todos los diálogos (abundantísimos) se han transcrito a la manera anglosajona, esto es, con comillas, y no como es normativo en español: con rayas. Y, por último, es una lástima que la novela carezca de notas, en ocasiones resulta imposible entender el sentido de muchas referencias y expresiones.

¿Sabe una cosa? [...] Incluso los editores, los tipos que imprimen los libros, no se dan cuenta de lo que estoy haciendo por ellos. Algunos se resisten a darme crédito porque vendo los libros por lo que valen y no por los precios que ellos les ponen. Me escriben cartas sobre la política de los precios fijos y yo les respondo hablándoles de mi política del mérito fijo. Que publiquen un buen libro y ya verán cómo lo vendo a buen precio. ¡Eso les digo! A veces creo que nadie sabe tan poco sobre libros como los propios editores.

Morley, Christopher, La librería ambulante [Parnassus on Wheels], Periférica, Cáceres, 2012. Traducción de Juan Sebastián Cárdenas. Rústica, 184 páginas.

lunes, 12 de marzo de 2012

Encuentro Blogs Literarios 2012


El pasado sábado 3 de marzo se celebró en Madrid, en MediaLab Prado, un interesante encuentro sobre los blogs literarios. El evento fue ideado por Gonzalo Garrido, escritor y consultor de comunicación (mantiene el blog Literatura Basura), y esta bibliotecaria colaboró en su organización.
Convocado prácticamente por Twitter, el encuentro fue posible gracias a la generosidad de todos sus participantes y, en especial, a la de Gonzalo. Las cuestiones que se planteaban fueron las siguientes: ¿se puede considerar el blog como un nuevo género literario? ¿Qué aportan a la narrativa actual? ¿Tiene sentido editarlos en forma de libro? ¿Son los blogueros los nuevos prescriptores? Y, por supuesto, la gran pregunta: ¿a qué llamamos blog literario?
Para discutir estas cuestiones se contó con un plantel de invitados realmente variado e interesante, compuesto por editores, libreros, escritores, críticos y periodistas culturales. Las conclusiones fueron diversas, quizá la más aplastante fue que los blogs, a día de hoy, no se pueden considerar todavía un nuevo género literario.
El programa comenzó a las once de la mañana y terminó pasadas las tres. El encuentro no solamente consistió en la reunión matutina, sino que, por la tarde, todos los escritores que participaron se dieron cita en la librería La Independiente para firmar sus libros. Tanto MediaLab Prado como La Independiente registraron llenos totales.
Dejo lanzadas aquí dos cuestiones que planteé en la apertura del encuentro: ¿es necesario tener una formación académica o literaria para mantener un blog literario o cualquier lector habitual cuya única característica sea que le gusten los libros puede hacerlo? ¿No están reproduciendo los blogs, en cierta manera, las camarillas culturales que reprochamos en los medios tradicionales?
Ésta es la lista de los participantes (recomiendo a los visitantes de mi biblioteca que paseen por sus blogs, merece la pena): Paloma Bravo (escritora, La novia de papá); David Pérez Vega (escritor, Desde la ciudad sin cines); Pilar Adón (escritora, Leo en el océano); Jordi Corominas (escritor y crítico, Blog de Jordi Corominas); Julián Rodríguez (escritor y editor de Periférica, Blog de Julián Rodríguez); Ainize Salaberri y Jenn Díaz (escritoras y editoras de la revista literaria Granite & Rainbow); Daniel Arjona (periodista de El Cultural); Alberto Olmos (escritor, Lector Mal-Herido y Hikikomori); Javier Avilés (escritor, El lamento de Portnoy); Constantino Bértolo (escritor y editor de Caballo de Troya); Luis Magrinyà (escritor y editor de Alba Editorial); Enrique Redel (editor de Impedimenta); Gregori Dolz (editor de Alrevés); Juan Aparicio Belmonte (escritor, Poco importa); Sergio del Molino (escritor, Blog de Sergio del Molino); José Antonio Valverde (librero, director de la Casa del Libro de Valencia); José Antonio Muñoz (director de Revista de Letras); Eduardo Laporte (escritor y periodista, El náuGrafo digital); Imma Turbau (escritora y exdirectora de Casa América); Emi Lope (editora de Plaza & Janés); Amalia López (editora de Sinerrata); Jorge Degeneffe (jefe de compras del departamento de librería de Hipercor); Javier López (librero, propietario de La Independiente); y Ana Tagarro (subdirectora del XL Semanal).

Nota: tanto en el blog de Gonzalo Garrido como en El País se pueden leer las conclusiones de este #EncuentroBlogsLiterarios 2012 y en Twitter bajo el hashtag #ebl12.