La bibliotecaria de Redfield Hall espera que sus estimados socios y corresponsales hayan disfrutado de unas estupendas e interesantes vacaciones. Por su parte, después de un agradabilísimo periplo mediterráneo, de nuevo abre las puertas de su institución con variada y diversa información a la que se añadirán, sin duda alguna y en fecha próxima, las reseñas de sus descubrimientos literarios del estío.
|
Entrada de la librería Acqua Alta, en Venecia |
No existe lugar más venerable para un lector que una biblioteca o una librería. Y somos muchos los viajeros que procuramos visitar estos sanctasanctórums en cuanto recalamos en una ciudad distinta a la nuestra. De hecho, hay listas ciertamente interesantes sobre las diez mejores librerías del mundo, las más bonitas o las más imponentes. Y descubrir una de ellas siempre es una experiencia placentera (sobre todo cuando no la hemos encontrado en las susodichas listas). En el sestiere de Castello, en Venecia, tras pasar un precioso puente, aparece, recóndita y casi oculta, en el número 5176 de la calle Longa Santa Maria Formosa, la librería Acqua Alta, con su cartel en inglés que indica lo siguiente: «Welcome to the most beautiful bookshop in the world». Seguramente exagera. Aunque quizá podría ostentar el título (en reñida competencia con la parisina Shakespeare & Company) de la «librería más abigarrada». Tras franquear la puerta, situada en una placita bajo la sombra de una gran higuera, el visitante se ve envuelto en un laberinto libresco del que le será difícil escapar. Unos primeros expositores llenos a rebosar de postales, tarjetas, láminas y mapas antiguos dejan paso a más de una docena de bañeras, barcas y góndolas (reales y tal vez útiles todavía) repletas y atestadas hasta los topes de todo tipo de libros viejos, nuevos, usados, firmados, robados, perdidos, buenos, malos, regulares y sin calificación posible. Algunos carteles escritos a mano indican qué obras albergan. Por ejemplo: «Un barcone di best sellers» o «Narrativa, autori stranieri». La parte de atrás del establecimiento se asoma a un canal y, con un poco de suerte, el curioso lector podrá atisbar desde allí el paso de alguna góndola.
El propietario de la librería, Frizzo Luigi, atiende con amabilidad e interés a los clientes (que son muchos) y, como buen veneciano, siempre está dispuesto a la charla y la conversación. No hay duda de que su establecimiento (que también es un bed & breakfast) forma parte de la Venecia oculta que cualquier avezado viajero desea descubrir.
«A bookstore is one of the only pieces of evidence we have that people are still thinking», J. Seinfield.