lunes, 23 de abril de 2012

23 de abril, Día del Libro



La pasión por los libros lo poseía completamente, hasta el punto de que casi ni comía, ni bebía, ni dormía, dominado, día y noche, por su idea constante. Su imaginación suspiraba por una biblioteca que sería regia tanto en magnitud como en tesoros de sublimidad y belleza que contendría. ¡Con qué gusto respiraba su olor anticipadamente, qué orgulloso y feliz se sentía al considerar ya las inacabables hileras de volúmenes! ¡Con qué alegría dejaba que su mirada se perdiera entre la innumerable multitud de sus libros! Los había por todas partes: ¿levantaba la cabeza? ¡libros! ¿la bajaba? ¡libros también! Y a la derecha y a la izquierda... ¡libros, siempre libros!

Ramon Miquel i Planas, El librero asesino.

domingo, 8 de abril de 2012

La formación de una marquesa: de Mortimer Street a Palstrey Manor

Los entusiastas de la buena literatura en general y de la editorial Alba en particular estamos de enhorabuena. El año 2012 comenzó con la inauguración de una nueva colección, Rara Avis, dirigida por el editor y escritor Luis Magrinyà (encargado también de las colecciones Clásica y Clásica Maior). 'Rara avis' es una expresión latina que significa literalmente 'rara ave, ave extraña' y se utiliza con el sentido de 'persona o cosa excepcional o difícil de encontrar'. Las primeras tres aves extrañas y excepcionales de esta colección son: Geishas rivales, de Nagai Kafu, El mensaje del muerto, de Florence Maryatt, y La formación de una marquesa, de Frances Hodgson Burnett.
La señora Hodgson Burnett era ya una escritora reconocida cuando sacó a la luz La formación de una marquesa. Aunque nacida en Inglaterra, su familia emigró a Estados Unidos cuando ella era una joven de dieciséis años. Empezó a escribir muy pronto para ayudar a la economía familiar y, en vista del éxito que obtuvo con sus cuentos, se convirtió en su principal sostén. En 1874 publicó su primera novela, That Lass o' Lowries, y la crítica especializada la comparó con Charlotte Brontë y Henry James. Sus siguientes obras, El pequeño lord Fauntleroy y La princesita (ambas llevadas con éxito al cine), se convirtieron en clásicos de la literatura infantil. Casada desde 1873 con el doctor Swann Burnett, residió primero en Washington y después, cuando se divorció y se volvió a casar (y de nuevo se divorció), vivió entre Inglaterra y Estados Unidos. En 1901 escribió La formación de una marquesa, que se publicó en dos entregas en la revista británica Cornhill. La continuación, Los métodos de lady Walderhurst, se editó como libro en Nueva York. En 1902, la escritora reunió las dos partes en un solo volumen con el título de Emily Fox-Seton, el nombre de la heroína de la novela.
Esta peculiar obra narra la vida de Emily Fox-Seton, una muchacha que ya ha pasado la treintena, de ilustre origen pero pobre de solemnidad, que vive en una mísera pensión en Londres. De excelente talante y con una bondad irreprochable, se ocupa de hacer encargos, pequeñas gestiones y recados a las damas de la alta sociedad. Nunca ha pensado en su futuro, no cree que exista semejante cosa para una muchacha como ella: simplemente, no se lo puede permitir, aunque se muestra constantemente agradecida a todas aquellas personas que hacen agradable su vida (una vida que hubiera resultado triste e inane para cualquier persona con un carácter distinto al suyo). Una de las damas a las que frecuentemente ayuda, lady Maria Bayne, la invita a pasar unos días en su casa de campo. Y esos días, cuya perspectiva para Emily es motivo de goce y emoción, acabarán siendo los más importantes de su vida. El marqués de Walderhurst, soltero de oro de la aristocracia inglesa y el partido que todas las jóvenes se rifan, cae subyugado ante el sentido común y la bondad de la muchacha y, al cabo de un par de días de conocerla, en una escena de lo más pintoresca (Emily llorando en el campo con una cesta de pescado fresco), le pide que se case con él.
Cuando Emily, ya marquesa de Walderhurst, se instala en la magnífica Pasltrey Manor, la mansión campestre de su marido, no se imagina en ningún momento los acontecimientos que va a tener que sufrir. Unos parientes pobres de su marido, residentes en la India, vuelven a Inglaterra. El nuevo estado civil del marqués significa para ellos que no heredarán ni los títulos ni las casas señoriales ni las tierras. A partir de ese instante, la vida de Emily comienza a cambiar, aunque su naturaleza bondadosa le impide ver hasta dónde pueden llegar los familiares de su marido con tal de hacer valer sus derechos sobre la aristocrática herencia.
Una de las curiosidades de esta novela es la voz de la narradora: no sólo no participa de los pensamientos ingenuos y dichosos de Emily, sino que en ocasiones se burla mordazmente de ella y de su visión sencilla de la vida. El lector sufre en cada página las desgracias que se ciernen sobre la muchacha, demasiado buena como para darse cuenta de ellas. Y la obra, que en su primera parte plantea casi un análisis de las clases y costumbres sociales a finales del siglo XIX, vira en la segunda parte hacia otro tipo de relato: personajes siniestros, envenenamientos, argucias, tretas...
Realmente, La formación de una marquesa, inédita hasta ahora en español, no habría podido encontrar mejor acomodo que en esta nueva colección de Alba, y está hecha con el cuidado y el esmero habituales en la edición, el diseño y la traducción (a cargo de Amado Diéguez). Aunque Frances Hodgson Burnett es conocida sobre todo por una novela posterior, El jardín secreto (1911), no cabe duda de que rescatar esta singular obra servirá para descubrirla de nuevo.

Se sentía tan feliz cuando paró con un ademán el autobús de dos peniques que al subir su semblante resplandecía con esa dicha que añade frescura y atractivo a todas las mujeres. ¡Y pensar que ella era el objeto de tan buena suerte! ¡Y pensar que saldría de su pequeño cuarto para visitar como invitada una de las mansiones más bellas de Inglaterra! ¡Qué delicioso sería vivir unos días y de manera tan natural la vida que las personas afortunadas vivían año tras año, formar parte de aquel hermoso orden y de su encanto y dignidad! ¡Dormir en una habitación maravillosa, que por las mañanas la despertase una doncella perfecta, tomar el té de la mañana en una taza de porcelana y escuchar, mientras lo bebía, el trino de los pájaros en el jardín! Apreciaba con sinceridad los placeres materiales más sencillos, así que pensar en lucir todos los días sus prendas más bonitas y en cambiarse para la cena le parecía delicioso. Disfrutaba de la vida mucho más que otras personas, pero no era consciente de ello.

Hodgson Burnett, Frances, La formación de una marquesa [The Making of Marchioness/The Methods of Lady Walderhurst], Alba, Barcelona, 2012. Traducción de Amado Diéguez. Rústica, 342 páginas.